
UN DIPUTADO FRANCÉS DESATÓ UNA POLÉMICA MUNDIAL AL QUITARSE SU RELOJ DE LUJO ANTES DE UNA ENTREVISTA
Louis Boyard, legislador de izquierda, fue grabado mientras escondía el accesorio antes de salir al aire. El gesto generó críticas por incoherencia con su discurso contra los privilegios.
Un gesto aparentemente menor terminó convirtiéndose en un escándalo internacional. El diputado francés Louis Boyard, representante del partido La France Insoumise (LFI), fue captado por las cámaras de BFMTV mientras se quitaba discretamente un reloj de lujo de su muñeca antes de brindar una entrevista en directo, en el marco de un acalorado debate parlamentario sobre la moción de censura y el presupuesto nacional.
El episodio ocurrió el jueves pasado en la Asamblea Nacional y fue difundido por el canal Le Figaro, que detalló que Boyard había denunciado durante la entrevista un “presupuesto de violencia social increíble”, criticando el aumento de impuestos a los aprendices, los recortes en ayudas a la vivienda y el encarecimiento de los medicamentos. Sin embargo, minutos antes de hablar, las cámaras registraron cómo retiraba el reloj y lo guardaba en su bolsillo, aparentemente sin advertir que el gesto quedaría grabado.
Las imágenes se viralizaron rápidamente en redes sociales, donde miles de usuarios interpretaron la acción como un intento de ocultar signos de riqueza en contradicción con su discurso en defensa de los sectores populares. “Louis Boyard retira su reloj de lujo antes de criticar a los ultrarricos frente a las cámaras. Este gesto dice mucho sobre la impostura de los insumisos que dicen representar al pueblo pobre pero se benefician del contribuyente”, escribió un usuario citado por TV Magazine.
Las críticas también llegaron desde el ámbito político. Jean Messiha, referente opositor, ironizó: “Antes de atacar a los ricos, Louis Boyard prefiere quitarse discretamente su reloj de lujo. Este pequeño traidor rojo finge representar al pueblo, pero se da la gran vida”.
La controversia trascendió las fronteras de Francia y reavivó un debate global sobre la coherencia entre los discursos políticos y los comportamientos personales. Medios internacionales destacaron el incidente como un ejemplo del escrutinio constante que enfrentan los dirigentes públicos en la era de la transparencia digital, donde un solo gesto puede poner en jaque toda una imagen política.