
BAÑOS CON AGUA FRÍA: QUÉ DICE LA CIENCIA SOBRE SUS BENEFICIOS Y RIESGOS
La práctica del “cold plunge” gana popularidad por sus supuestos efectos en el bienestar físico y mental. Estudios recientes destacan sus posibles ventajas, aunque advierten sobre riesgos y la falta de evidencia concluyente.
El baño de agua fría, conocido como cold plunge, consiste en la inmersión en agua a temperaturas entre 10 °C y 15 °C durante varios minutos. Nacida de tradiciones escandinavas, esta práctica se expandió al mundo del deporte y del bienestar por sus presuntos efectos sobre la mente y el cuerpo.
Diversas investigaciones señalan que la exposición al agua fría puede contribuir a reducir síntomas de ansiedad y depresión, al estimular la liberación de neurotransmisores como la noradrenalina y mejorar el estado de alerta. Sin embargo, los científicos aclaran que aún se requieren ensayos clínicos más amplios para confirmar la duración y el alcance de estos beneficios.
En el ámbito deportivo, los baños de agua fría son utilizados para acelerar la recuperación muscular y aliviar el dolor post-entrenamiento. Los estudios sugieren que este efecto podría deberse a la vasoconstricción y posterior reactivación circulatoria, que favorecen la eliminación de desechos metabólicos y reducen la inflamación. Aun así, la evidencia sigue siendo dispar respecto a su eficacia frente a otros métodos de recuperación.
La inmersión en agua fría provoca una serie de respuestas fisiológicas inmediatas: el organismo concentra el flujo sanguíneo en órganos vitales, activa el eje hormonal del estrés y estimula mecanismos antioxidantes y antiinflamatorios. No obstante, los especialistas advierten que no todas las personas pueden practicarlo de forma segura.
En individuos con enfermedades cardíacas, hipertensión o trastornos circulatorios, el contacto súbito con el agua fría puede causar arritmias, síncopes o hipotermia. Por ello, se recomienda una adaptación progresiva y supervisión médica previa.
Si bien la evidencia científica disponible apunta a beneficios potenciales en el bienestar mental y la recuperación física, aún no existe consenso sólido. La comunidad médica mantiene una postura cautelosa y llama a continuar las investigaciones antes de promover esta práctica como terapia generalizada.